Educación Técnico Profesional: Impulsor de la Transición Energética Justa.
Educación Técnico Profesional: Impulsor de la Transición Energética Justa.
01 Sep 2023
Chile tiene la meta de alcanzar un 70% de generación eléctrica proveniente de fuentes renovables para el año 2050 como aspecto clave en la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de un futuro más limpio y sostenible. Para hacer realidad esta visión, se hace necesario contar con una fuerza laboral que encarne la transición energética de manera justa. Aquí entra en juego una poderosa alianza entre la educación técnico profesional y las energías renovables, cuya conjunción tiene el potencial de promover la igualdad de género y el desarrollo sostenible.
La educación técnico profesional ofrece la oportunidad de articular el quehacer laboral y el aprendizaje, satisfaciendo la creciente demanda por profesionales en una industria que se expande vertiginosamente, con la capacidad de descarbonizar nuestra economía. En Chile, tres de cada cuatro empleos corresponden a técnicos profesionales, y se requieren entre 600 mil y 700 mil técnicos para suplir la actual demanda laboral. Desde el 2010, el número de matriculados en primer año en instituciones de formación técnico profesional ha experimentado un aumento constante, llegando al 56,7% en 2023, superando incluso a las universidades. Esta preferencia no es asombrosa, ya que, además de la rápida inserción laboral que proporciona la duración más corta de los estudios, esta formación permite aplicar habilidades e intereses en campos diversos como mecánica, electrónica e informática, entre otros. Sumado a su enfoque más asequible, esta formación técnica despliega un abanico diverso de opciones, que incluso pueden ser complementadas con estudios posteriores. La culminación de este círculo virtuoso entre la educación técnica y las energías renovables exige que los planes de estudio se adapten y actualicen, reflejando las nuevas competencias necesarias para diseñar, implementar y gestionar infraestructuras renovables con tecnologías emergentes, como la producción de hidrógeno verde o la creciente necesidad de operarios en plantas solares y eólicas, entre otros.
Desde otro ángulo, la educación técnica profesional ostenta el potencial de desempeñar un papel trascendental en la promoción de la igualdad de género, si consigue proporcionar oportunidades equitativas de formación y empleo en espacios históricamente dominados por los hombres. Las proyecciones de la ONU anticipan que para el 2050, a nivel global, el 75% de los puestos laborales estarán vinculados a carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). No obstante, en la actualidad, en el sector energético, apenas el 23% de la fuerza laboral son mujeres. Según el Ministerio de Educación, las brechas de género más pronunciadas con respecto la participación de mujeres en carreras STEM se observan en centros de formación técnica e institutos profesionales, llegando a una diferencia de -75.5 puntos porcentuales en comparación con los hombres. Al fomentar la participación y el empoderamiento de las mujeres en la educación técnica, es posible contribuir a eliminar los estereotipos de género arraigados y cerrar la brecha de género en esta industria en pleno crecimiento.
Finalmente, a nivel internacional, países europeos como Finlandia, Noruega y Alemania son elogiados por sus sistemas educativos, donde la educación técnica profesional desempeña
un rol fundamental. En estos países, se insta constantemente a las niñas y jóvenes a inclinarse hacia carreras y campos tecnológicos, involucrando a empresas y a toda la sociedad en este proceso. Esta tendencia se refleja en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial, así como en su desarrollo económico, indicadores reducidos de desigualdad y crecimiento en la escena global. Según Boston Consulting Group, cerrar la brecha de género podría aumentar el Producto Interno Bruto (PIB) de los países hasta en un 80%.
En resumen, el avance de la educación técnica profesional adquiere el papel de “palanca social” y se transforma en una herramienta determinante para que los países logren sus metas de crecimiento y desarrollo, beneficiando tanto a la industria como a los individuos al permitir una participación equitativa de todos los géneros en la configuración de un futuro energético más inclusivo y sostenible.
Por Paulina Musalem y Víctor Rodríguez - Embajadores Equality in Energy Transitions
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